Si algo me queda claro después de admirar esta obra maestra de Alfred Hitchcock, sin duda, es lo adelantado que era a su tiempo el director británico. "Los 39 escalones" se trata de una adaptación cinematográfica sobre la novela de John Buchan con el mismo título. A continuación escribiré un adelanto del argumento. Un canadiense llamado Richard Hannay (un Robert Donat en estado de gloria) está disfrutando del espectáculo mental del señor Memoria (Wylie Watson) en un teatro de Londres cuando se ve envuelto en una estúpida revuelta policial. Richard abandona el recinto tan pronto como puede, acompañado de una mujer misteriosa y desconocida que le pide ayuda y le acompaña hasta su casa. Una vez en casa de Richard la mujer llamada Annabella Smith (Lucie Mannheim) le confiesa que es una espía, que trabaja para el gobierno británico y está intentando impedir que una información de vital importancia sobre la seguridad del espacio aéreo salga del país. Esta información tiene que ver, según ella, con los 39 escalones pero Richard desconoce a lo que se refiere. También le comenta sus claras instrucciones de encontrarse en pocos días con un hombre, en Escocia. Annabella ha sido perseguida por dos hombre que aguardan bajo la casa de Richard así que éste le deja pasar la noche allí. Lamentablemente, mientras duerme, Annabella es asesinada y Richard huye de los hombres que aguardaban bajo su casa, disfrazado de lechero, convirtiéndose así en un fugitivo con una importante pero confusa información sobre los misteriosos 39 escalones. Richard decide tomar el primer tren para Escocia y una vez en el vagón descubre que, en los periódicos de la mañana, ya figura su fotografía como presunto asesino de Annabella Smith. Como vemos, es un principio trepidante, apabullante, con un ritmo muy ágil y una historia que se desarrolla rápidamente sin dejar una oportunidad para que el espectador tome un respiro. En este comienzo y siempre bajo mi opinión creo que se pueden ver ciertas similitudes con "El hombre que sabía demasiado", rodada tan sólo un año antes; creo que aunque sólo les separe un año de diferencia, "Los 39 escalones" es mucho más moderna, ágil y genial que "El hombre que sabía demasiado", al menos en esta primera versión.
A partir de este momento de la película, la agónica escapada de Richard comienza a un ritmo espectacular, con unas escenas estupendas en los pasillos del tren donde, escapando de los policías, conoce a la bellísima Pamela (Madelaine Carroll). En este primer encuentro en el compartimento del tren, Richard besa a Pamela para hacerse pasar por su esposo y así despistar a los policías. Sin embargo Pamela le delata y Richard debe acabar saltando del tren antes de llegar a su destino.
Una vez en Escocia, Hitchcock se aproxima a la belleza plástica que Ford nos ofreció años más tarde en la Irlanda del "El hombre tranquilo" pero con la diferencia de que Sir Alfred lo consigue en blanco y negro. Desde este punto la película toma un rumbo más parecido al de "Con la muerte en los talones". Richard se refugia para pasar la noche en la granja de un viejo Reverendo que está casado con una jóven pueblerina. Pero la policía consigue dar con su rastro y Richard acaba escapando una vez más, de manera heróica; vestido con el abrigo del Reverendo, por los campos escoceses, corre hasta llegar al lugar que Annabella tenía marcado en el mapa. Una vez en en la casa del respetable profesor Jordan (Godfrey Tearle) Richard mantiene con él una conversación acerca de Annabella y los 39 escalones. Sorprendentemente Jordan dispara a Richard y lo deja por muerto pero la bala ha quedado atrapada en un misal que el Reverendo portaba en el abrigo. Una vez más, nuestro héroe consigue salir airoso del lance. Finalmente se dirige a Scotland Yard pero los policías no creen nada de lo que cuenta y Richard se ve obligado a fugarse de nuevo refugiándose en un mítin político donde vuelve a encontrarse con la muchacha del tren, la bella Pamela. Richard intenta salir airosos una vez más lanzando un discurso y haciéndose pasar por un político pero Pamela lo vuelve a delatar, como ya hiciera en el tren. En ese momento aparecen dos extraños policías que se llevan detenidos a Richard y a Pamela. En el coche, de camino a un oculto lugar, Richard advierte que realmente los presuntos policías son dos sabuesos contratados por Jordan y vuelve a poner en marcha un nuevo plan de fuga. Pamela y Richard, unidos por los grilletes, consiguen refugiarse en un pequeño hotel de campo. En esta escena en que los dos prisioneros deben commpartir aposento realmente hay algunas escenas muy subiditas de tono para tratarse de 1935 (otro rasgo más de modernidad) y Pamela, pasada la noche, acabará confiando en la sinceridad de Richard.
El desenlace final de la trama se desarrollará, a gusto típico de Hitchcock, en el London Palladium de Londres. Los finales espectaculares en teatros se repetirán durante la filmografía del director en "El hombre que sabía demasiado" (en sus dos versiones) y en esta película y después Coppola lo homenajeará claramente con el final de su Padrino III. El final de "The 39 steps" es realmente genial y sorprendente, un buen broche para una obra maestra que navega entre el cine negro policíaco y el de aventuras con buenas dosis de expresionismo alemán.
Robert Donat lo descubrimos aquí como un estupendo actor y si os gustó el papel que desarrolla en "The 39 steps" es muy conveniente también admirar la creación que realiza del personaje Mr. Chips, cuatro años más tarde, en la maravillosa película "Adiós, Mr. Chips" (Sam Wood. 1939), muy diferente a ésta pero también muy recomendable.
Lógicemente este post, como no puede ser de otra forma, está dedicado al ya conocido blog 39escalones
Interesantes carteles de "39 steps" gentileza del blog "Retorno a Manderley" de Sir William de Baskerville, aquí